Domingo Mestre
 Gracias a la atenta lectura de un puñado de documentación, y en particular del número especial de la revista Parabólica, “A propósito de la BIACS y las polÃticas culturales”, he llegado al convencimiento de que las Bienales de arte contemporáneo, como las olimpiadas o las exposiciones universales, son tan sólo herramientas publicitarias; lujosos eventos multimedia al servicio del marketing urbano que, en el mejor de los casos, tan sólo deberÃan usarse como artefactos de refuerzo en la lucha global de las ciudades por su visibilidad internacional.
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La Bienal ha de servir para consolidar el liderazgo de una ciudad y una comunidad en materia de cultura. Eduardo Zaplana (ex presidente de la Comunidad Valenciana).
De lo que se trata es de revitalizar la industria turÃstica mediante el acontecimiento “cultural”, a la vez que se “turistiza” la experiencia cultural. Rogelio López Cuenca (artista).
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Si miramos a nuestro alrededor veremos que la organización de una Bienal internacional no puede considerarse una idea demasiado original, desde el momento que en la actualidad conviven decenas de proyectos de estas caracterÃsticas. Ahora mismo, mientras escribo estas lÃneas, la segunda edición de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla (BIACS) está coincidiendo en el tiempo, al menos que yo sepa, con las Bienales de Sao Paulo, de Singapur, de Shanghai, de Kwangju, de Busán y de ParÃs. Al margen de las peculiares estrategias y caracterÃsticas de cada una, todas ellas pugnan por atraer la atención de los mismos turistas, de los mismos especialistas y, sobre todo, la de los media con proyección internacional.
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En el mundo salen bienales nuevas cada seis meses. Vicente Todolà (director de la Tate Gallery de Londres).
Es higiénico preguntarse para qué sirven las bienales. José Lebrero (Director del CACS de Sevilla).
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En estas convocatorias, concebidas como puntuales (no) lugares de encuentro entre lo estético y lo mediático, es habitual el recurso al utópico programa emancipador de las viejas vanguardias artÃsticas. Poco más que vana palabrerÃa puesto que, salvo excepciones por demostrar, nadie tiene hoy el menor interés en ir más allá de la oportunista tergiversación de unos pocos conceptos que todavÃa mantienen cierto prestigio social.
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Es una Bienal de vanguardia dentro de una época y un tiempo que exige un compromiso universal en la relación arte-sociedad. Manuel Tarancón (ex conseller de Cultura de la CV).
El problema es que no hay más modelos sino fórmulas intercambiables entre turismo y consumo cultural. Catherine David (directora de la Documenta X de Kassel).
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Quizás éste sea uno de los motivos por los que estos eventos, diseñados en exclusiva para la atracción y seducción de hipotéticos visitantes de alto standing, suelen inducir, casi como norma, una frustrante sensación de estafa entre la ciudadanÃa culturalmente motivada. CiudadanÃa que, aunque en buena lógica deberÃa ser la primera beneficiaria de la operación, tan sólo es invitada a presenciar de forma pasiva, según mandan los autistas cánones en vigor, como los escasos recursos disponibles desaparecen  alegremente dilapidados por terceros y sin dejar ningún sedimento que pueda considerarse trascendente o duradero.
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La Bienal tiene un rendimiento intangible, independientemente de la cuestión contable. Alejandro Font de Mora (Conseller de Cultura de la CV).
Pero, ¿qué ha quedado de las instalaciones en los solares? ¿Nada? Aparentemente asà es, pero si observamos detenidamente esas medianeras y espacios vacÃos veremos que aún se pueden encontrar huellas del maquillaje artÃstico. Lo cual imprime más dramatismo, si cabe, a su abandono actual. Albert Esteve (historiador del arte refiriéndose a las intervenciones públicas de la II Bienal de Valencia).
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Incluso es probable que este ciudadano malestar en la cultura forme parte de la propia dinámica interna del invento. Afirmación que no me parece nada descabellada en el caso de las celebraciones más espectaculares y grandilocuentes, que son también las que más suelen desentenderse del entorno real que las acoge. No obstante, el éxito de la fórmula bianual suele basarse más en la sencillez conceptual que en la complejidad. De hecho, estos eventos tan sólo exigen el firme apoyo institucional a la periódica acumulación de recursos, de infraestructuras y de capital. Sobre todo de mucho capital, tanto de procedencia pública como privada. Dinero en abundancia que servirá, en primer lugar, para la contratación de un genial director o curador de prestigio que aporte cierta sonoridad internacional al evento. Un personaje de renombre a quien se le pagará una millonada para que impulse un puñado de macro exposiciones de autor -cuantas más, peor- que a lo máximo que deben aspirar es a trivializar el trabajo de los artistas en grado suficiente como para hacerlo accesible al consumo masivo de los potenciales (y, en muchos casos, tan sólo imaginarios) turistas.Â
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Quizás el reto de una bienal hoy sea vestir el evento con un buen diseño. Ãngela Molina (crÃtica de arte del diario El paÃs).
El problema de la cultura comienza tanto cuando se le pierde el respeto, como cuando se le coloca bajo palio. Ãlvaro de los Ãngeles (crÃtico de arte del diario Levante-EMV)
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Por fortuna para comisarios, directores y gestores varios, los resultados formativos y culturales forman parte de esos intangibles que escapan con facilidad a los balances fiscalizadores. A pesar de ello, es bien fácil comprobar que los cambios más relevantes que han acompañado a la progresiva bienalización del arte contemporáneo en la ciudad de Valencia han sido el desmantelamiento, la censura o la paralización de los espacios públicos que mejor estaban funcionando (desde el Centro del Carmen del IVAM hasta el EACC) y la desaparición de la mayor parte de las becas o ayudas públicas destinadas a los artistas emergentes o sin carné del partido en el poder. Ante estas visibles secuelas, lo que más cuesta entender es que nadie se haya atrevido todavÃa a terminar con esta demoledora iniciativa.
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Estamos consiguiendo transformar cuantitativamente y cualitativamente el panorama artÃstico valenciano y su imagen hacia el exterior. Consuelo Ciscar (ex Secretaria Autonómica de Cultura y actual directora del IVAM).
Fenómenos como la Bienal de Valencia (…) dibujan una realidad donde las ocurrencias de un cÃrculo de iluminados determinan unas propuestas fastuosas soportadas financieramente por la configuración de las relaciones de poder en el gobierno autonómico, que no requieren de ninguna evidencia sobre su necesidad u oportunidad, que no definen ningún objetivo evaluable, que no determinan ningún espacio de debate público, que no establecen ningún vÃnculo con la sociedad civil, que se mueve en el terreno de lo opaco y que, finalmente y en lógica consecuencia, no tienen ningún efecto transformador de la realidad. Pau Rausell (economista).
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Llegados a este punto, tal vez a alguien le pueda servir de algo el hecho de que, desde Valencia, señalemos las falacias y los errores más evidentes de nuestra ya mortalmente sentenciada Bienal. Ese trascendental y elegante acontecimiento artÃstico que hace apenas unos años nos fue presentado como la solución definitiva que habrÃa de servir para situarnos de una vez en el mapa global de la alta cultura internacional.
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 La situación de las bienales de arte es complicada: la de Valencia ha muerto, absorbida por la de Sao Paulo. J. A. (periodista del diario ABC, edición de Sevilla).
Estos festivales de arte contemporáneo no son otra cosa que una sustitución elefanta y performativa, un monumental hito temporal que desprecia del mismo modo que la escultura pública moderna las relaciones entre el espacio público, el hito simbólico y la ciudadanÃa. Pedro G. Romero (escultor)
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En principio parece que se partÃa de una base muy poco consistente: la de que el mero hecho de aparecer puntualmente en algunos medios de comunicación internacionales iba a conseguir, por sà sólo, el prodigio de transformar a nuestra huertana y hasta un poco verdulera ciudad -sin apenas tradición burguesa ni gran interés por el consumo cultural- en la más cultivada y postmoderna capital europea.
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La Bienal se está afianzando como el acontecimiento de mayor repercusión en el ámbito artÃstico internacional. Consuelo Ciscar.
La cultura (sus representantes teóricos) y su institucionalización por parte de las administraciones públicas, creen actualmente en cualquier tipo de espectáculo mediático como llave para cambiar las cosas en periodos de tiempo muy cortos, cuestión bastante dudosa y en muchos casos incierta. Santiago Cirujeda (arquitecto).
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Espectacular portento que habrÃa de haberse producido como consecuencia directa de la perfecta planificación que se habÃa diseñado, ex profeso para Valencia, a partir de la sólida experiencia veneciana. Un infalible plan que imaginábamos basado en el perfecto conocimiento del mercado pero que, por lo que hemos visto después, tan sólo se sustentaba en el muy abultado presupuesto -y en el convencimiento de que, en justa correspondencia a tanta generosidad institucional, a nadie le iba a temblar la mano a la hora de manipular las cifras, tanto las de los gastos reales como las de las visitas o los supuestos impactos mediáticos.
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No tengo vergüenza de ser considerado un importante experto de marketing. No es un delito. He hecho muchos proyectos, no sólo de moda, siempre de marketing cultural, y puedo decir, aunque es un poco vulgar, que los proyectos de mi equipo generalmente tienen un gran éxito. Luigi Settembrini (director de la Bienal de Valencia).
Estos señores ya han dado muestras de su cinismo y su desaprensión. Pues resulta que este comando sospechoso de italianos están montando una Bienal en Valencia que va a costar más de 900 millones de pesetas que saldrán del erario público. Y todo para hacer algo que nada tiene que ver con el arte, sino con el mundo de la moda. Es indignante. Eduardo Arroyo (pintor).
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El más que discreto (y en algunos casos hasta bochornoso) resultado del primer intento, cuyos gastos reales duplicaron los que inicialmente se habÃan presupuestado, fue con toda probabilidad un factor determinante en la posterior huida hacia delante que, duplicando nuevamente el presupuesto oficial de la segunda edición, lo único que consiguió fue cuadruplicar los gastos reales. Autodestructiva reacción que tan sólo sirvió para acelerar la previsible bancarrota del proyecto global, transformando a la tercera versión de lo mismo, sin recursos ya ni para levantar polémicas, en una mera caricatura de lo que tan eufóricamente se nos habÃa prometido.
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Los objetivos se han cumplido todos, somos el punto de mira cultural. Consuelo Ciscar.
Participé en la Bienal [de Valencia] pero, tras la experiencia y viendo como ha evolucionado, he optado por suprimir esa lÃnea de mi currÃculo. Joven artista bienalista.
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Pese a la pública evidencia del desastre, los media afines no sólo disfrutaron cantando a coro sus alabanzas sino que colaboraron entusiasmados en la parodia. Alguno de ellos incluso tomó la iniciativa para hacer creer a los más despistados que lo que aquà se estaba haciendo era una insólita iniciativa con envidiable proyección de futuro. Descabellada presunción que a pesar de su evidente falsedad fue calurosamente acogida por nuestras miopes autoridades locales, algunas de las cuales vieron en este tipo de alucinados desvarÃos nuevas oportunidades de representarse ante la ciudadanÃa como pioneros del mercadeo cultural.
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San Sebastián tendrá una bienal que copia la fórmula de la de Valencia. Rafa Marà (periodista del diario Las provincias).
Estamos siendo modelo y punto de mira porque lo que propone Barcelona para 2004 lo hizo Valencia en 2001 y aquà no inventa la pólvora nadie. Consuelo Ciscar.
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Sin embargo, el verdadero resultado de tanto autobombo y tan escasa autocrÃtica ha sido bien diferente del anunciado. Adonde nos ha conducido, por el momento, es a la inexistencia fáctica del producto ya que, según se ha anunciado, la próxima edición se limitará a trasladar a nuestra ciudad algunos de los contenidos de la Bienal de Sao Paulo, renunciando con ello a cualquier tipo de producción cultural propia. Una incomprensible involución que más que surrealista me parece incendiariamente dadaÃsta. Además, para completar el magno desatino, es probable que muy pronto haya que pagar una indemnización cercana al MILLÓN DE EUROS a Luigi Settembrini, fabuloso rescate que el citado Cavalieri exige a modo de compensación por NO ORGANIZARNOS NADA en la próxima ocasión.
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[Si se hace sólo la muestra que viene de Sao Paulo] equivale a echar por la borda la inversión tan grande que se ha hecho en las tres ediciones anteriores. Luigi Settembrini.
Se trata de recuperar la cultura como una construcción de muchos y no como un espectáculo mediático; una construcción de la que seamos participes de su creación y no simples consumidores. Zaida Muxà (arquitecta).
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Y asà andamos ahora mismo por aquÃ, atrapados por las absurdas dinámicas de la mundialmente famosa Bienal inexistente. Un patético engendro en visible decadencia que, como El perro del hortelano, ni come ni deja comer; esto es: ni tiene ya existencia propia como acontecimiento artÃstico, puesto que la IV edición, el “Encuentro entre dos mares” apenas funcionará como descontextualizado mirror europeo de la actual Bienal de Sao Paulo, ni tampoco termina nunca de desaparecer, liberando de una vez los cuantiosos recursos públicos que su actual inexistencia continúa consumiendo.
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Quiero creer que pueden pensarse otras concepciones del arte que hagan de las bienales formatos obsoletos. Alberto López Cuenca (profesor de arte en la Universidad de las Américas, México).
BIACS no. Arte todos los dÃas. Plataforma de Reflexión sobre las PolÃticas Culturales de Sevilla.
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